Un informe elaborado por el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad de la Universidad Austral alerta sobre una transformación estructural de los hogares argentinos que impacta de manera directa en la infancia, la vejez y la equidad de género. Presentado en el marco del Día Internacional de la Familia, el estudio expone una serie de tendencias que modifican profundamente la dinámica social del país y plantean desafíos urgentes para las políticas públicas.
La investigación, realizada por la Dra. Lorena Bolzon, la Dra. Dolores Dimier de Vicente y la Mag. María Sol González, señala que desde 2014 la tasa de natalidad se redujo en un 40%, lo que ubica a la Argentina como uno de los países con mayor caída de nacimientos en América Latina. El promedio de hijos por mujer es actualmente de 1,4, con valores incluso más bajos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde apenas alcanza los 0,9. “La edad promedio de las madres se desplazó hacia los 30-34 años, mientras que la fecundidad entre las mujeres jóvenes se redujo drásticamente”, precisa el informe.
Este descenso en los nacimientos se complementa con un acelerado envejecimiento poblacional. El índice de envejecimiento —que mide la relación entre personas mayores de 65 años y niños menores de 15— se duplicó en tres décadas, pasando de 29 en 1991 a 60,55 en 2025. Además, el porcentaje de personas mayores de 85 años también se duplicó en los últimos 20 años, y el fenómeno se presenta con una fuerte feminización: hay 228 mujeres por cada 100 varones en ese grupo etario. Las jurisdicciones con mayor envejecimiento son la Ciudad de Buenos Aires (22,6%), Santa Fe y La Pampa (17,3%).
Otra tendencia destacada es el crecimiento de los hogares unipersonales, que en 1991 representaban el 13% del total y hoy alcanzan el 25%. Entre 2010 y 2022, el número total de hogares creció un 31%, mientras que la población aumentó solo un 15%. Esto evidencia que cada vez más personas viven solas, lo que genera nuevos desafíos tanto en términos de salud mental como de sostenibilidad económica para los individuos.
La estructura familiar también muestra una evolución significativa. Solo el 43% de los hogares cuenta con niños menores de 18 años, frente al 56% registrado en 1991. Al mismo tiempo, la jefatura femenina casi se duplicó en los últimos 30 años: del 22% en 1991 al 49% en 2022. Según el informe, en los hogares encabezados por mujeres es más frecuente la convivencia con adultos mayores, lo que revela una sobrecarga de cuidados que recae, en muchos casos, sobre las mujeres de diferentes generaciones. Además, desde 2020, las mujeres jefas de hogar superan en nivel educativo a los varones en los centros urbanos del país.
En cuanto a la pobreza, el informe traza un panorama alarmante: “La pobreza en Argentina tiene cara de niño”. El 60% de las personas en situación de pobreza tiene menos de 30 años y más de la mitad de los niños menores de 14 años es pobre. Cerca del 12% de los menores se encuentra en situación de indigencia. Si bien los indicadores muestran una leve mejora respecto a 2020, aún se mantienen por debajo de los niveles de 2016, lo que refleja la persistencia de una pobreza estructural que afecta especialmente a la infancia.
Las autoras del informe enfatizan la urgencia de revisar el enfoque de las políticas públicas. “Los cambios sociales que inciden en las estructuras familiares no son anecdóticos: son señales que interpelan al Estado, a la sociedad y a las empresas. Repensar políticas familiares que integren aspectos de población, educación, vivienda, salud, cuidado y empleo con base en esta nueva realidad es urgente”, concluyen.
El informe se presenta como un llamado de atención para una sociedad que enfrenta transformaciones silenciosas, pero profundas, que redefinen las formas de vivir, cuidar, envejecer y criar en el país.
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