Lo que durante años fue visto en todos los barrios de Nordelta ya no es una rareza confinada a Tigre. Los carpinchos, esos grandes roedores sudamericanos que se hicieron famosos en las redes sociales y en las discusiones entre ambientalistas y desarrolladores inmobiliarios, hicieron su desembarco en Pilar.
El hecho ocurrió en el reconocido Country Pilará, ubicado a la altura del kilómetro 56,5 de la Panamericana, donde al menos una docena de ejemplares fue vista recorriendo con calma los terrenos del barrio. La presencia de los animales llamó la atención de los vecinos, que no esperaban cruzarse con este tipo de fauna dentro de un predio de alta gama como este.
Según especialistas, existen dos hipótesis sobre cómo se produjo la llegada. Una posibilidad es que los carpinchos hayan arribado por sus propios medios a través de los cursos de agua que atraviesan la región, ya que se trata de animales con gran capacidad de desplazamiento en entornos acuáticos. La otra opción, menos natural, es que alguien los haya introducido deliberadamente en la zona, lo que podría implicar la intervención de la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia, dado que se trata de una especie silvestre protegida por la legislación vigente.
De aspecto robusto y con cierto parecido a un cobayo gigante, los carpinchos pueden superar el metro de largo y alcanzar hasta 55 kilos. Pese a su tamaño, no representan un riesgo: son herbívoros, no agresivos, y suelen ser más presa que predadores en su ecosistema. Eso sí, cuando encuentran un hábitat adecuado, con agua, pastizales y sectores secos para descansar, tienden a formar grupos numerosos que se asientan en el lugar.
Su distribución geográfica es amplia: habitan desde Panamá hasta el sur de la provincia de Buenos Aires, y Chile es el único país de Sudamérica donde no forman parte de la fauna local. Gracias a sus patas con membranas interdigitales son excelentes nadadores, lo que les permite recorrer lagunas, ríos y bañados en busca de alimento.
La convivencia con los humanos no siempre resulta sencilla. En Nordelta, por ejemplo, la población de carpinchos se multiplicó al punto de generar conflictos con los residentes, quienes reclamaron su traslado a otras áreas. Incluso, desde el Gobierno nacional se llegó a anunciar un plan de control poblacional a través de esterilizaciones.
En Pilar, el fenómeno recién comienza. La aparición de esta manada en Pilará plantea un interrogante sobre el futuro: ¿se convertirán en parte del paisaje habitual de los barrios cerrados de la zona norte o será necesario implementar medidas de manejo para evitar tensiones entre fauna y urbanización?
Lo cierto es que, con su andar lento y tranquilo, los carpinchos volvieron a poner en debate el impacto de los desarrollos inmobiliarios sobre los ambientes naturales y recordaron que, en el norte bonaerense, los límites entre ciudad y naturaleza cada vez son más difusos.
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