La esquina de Tomás Márquez y Camilo Costa, en el corazón de Pilar, se vistió de fiesta el pasado sábado para celebrar los 70 años de Bom Que Bom, una de las heladerías más queridas y emblemáticas del distrito. Con una convocatoria que reunió a familias, amigos y clientes de toda la vida, el evento fue un homenaje a la historia, la tradición y la pasión artesanal que acompañan a la marca desde su fundación.
Desde las 16, el local abrió sus puertas para compartir una tarde repleta de propuestas para todas las edades. Hubo música en vivo a cargo del grupo Tren de Escape, juegos de kermés, sorteos de helados y premios sorpresa. Los vecinos disfrutaron del encuentro al aire libre, con el espíritu festivo que caracteriza a la comunidad pilarense y el inconfundible aroma de las cremas heladas que marcaron generaciones.
El festejo fue, además, una oportunidad para celebrar el trabajo de toda una vida de Carlos Alberto Moreno, actual propietario e hijo de los fundadores, quien a lo largo de los años mantuvo intacto el espíritu artesanal y familiar del negocio. “Puedo decir que nací en un balde de helados”, suele bromear Carlos, que comparte con Bom Que Bom la misma edad y una historia en común con el pueblo de Pilar.
La heladería nació en la década del ’50, cuando Carlos Moreno padre y Elsa Díaz abrieron su primer local en Bolívar y Rivadavia. Desde entonces, la marca fue creciendo junto con el desarrollo del casco urbano, con sucesivas mudanzas y aperturas en lugares emblemáticos: frente a la Plaza 12 de Octubre, luego en San Martín y más tarde en Rivadavia y Lorenzo López, donde la “Bomque” se convirtió en un clásico punto de encuentro para jóvenes y familias.
En los años ’80, Bom Que Bom fue sinónimo de modernidad y novedad en sabores, con creaciones que marcaron tendencia como el “Chocobom” —chocolate con pasas al rhum— o el sambayón al café. Ya en 1998, el local se estableció en Tomás Márquez, donde rescató una antigua casa de 1927, preservando su fachada y su valor patrimonial. Desde ese espacio, sigue hoy siendo referente indiscutido del helado artesanal en Pilar.
Durante el evento, no faltaron las anécdotas y los recuerdos. Clientes de toda la vida destacaron el rol de la heladería como parte del paisaje afectivo de la ciudad. “Venimos desde chicos, y ahora traemos a nuestros hijos”, comentaban muchos de los presentes, emocionados por la historia que continúa escribiéndose día a día.
En diálogo con Resumen, Carlos Moreno destacó que el secreto del éxito está en “mantener siempre la calidad y la elección de los mejores productos, naturales y de excelente origen”. Bom Que Bom integra la Asociación de Fabricantes de Helados Artesanales y Afines, lo que garantiza innovación y capacitación constante en la elaboración de sus productos.
Hoy, junto a su esposa Patricia Franco, encargada de la administración, Moreno continúa con el legado familiar y la premisa que guía a la heladería desde su creación: ofrecer helado artesanal de excelencia, con el mismo espíritu de cercanía y compromiso que la hizo parte de la identidad pilarense.
“Bom Que Bom es un orgullo familiar —expresó—, un legado que mis padres dejaron y que mantenemos con pasión en cada cucurucho que servimos”.
Setenta años después, esa pasión sigue intacta, y quedó más que demostrada en una jornada que fue mucho más que un aniversario: fue una verdadera fiesta del sabor, la memoria y el trabajo hecho con el corazón.
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